LOS TITULARES DE LA ACUSACIÓN BASAN SUS ESTRATEGIAS EN LOS DICHOS DE LA DENUNCIANTE

Alperovich debe responder por tres casos de abuso sexual, dos de ellos en grado de tentativa, y seis casos de violencia sexual agravada por acceso carnal, de acuerdo con lo establecido por la investigación judicial en base a las denuncias por los ataques. Esos abusos, de acuerdo a la imputación, fueron cometidos bajo “intimidación, abuso de una relación de dependencia, de poder y de autoridad”. Todos, según la denuncia de la joven que era su colaboradora y es su sobrina, ocurrieron durante la campaña política que se vivió entre 2018 y 2019 en Tucumán con vistas a las elecciones para gobernador.
Tanto la fiscalía como la querella tienen claro algo: en este tipo de juicios es la palabra de uno contra otro ya que no hay testigos presenciales y, particularmente en este caso, tampoco pericias contundentes que permitan probar una violación. Entonces ellos deben convencer al juez Ramos Padilla de que los ataques denunciados efectivamente ocurrieron más allá de que las pruebas son sólo testimoniales, lo que no es menor. Por eso, sobre todo en los casos de los testigos de la defensa, son punzantes y profundos a la hora de hacer las preguntas tratando justamente de probar que las agresiones se produjeron y que Alperovich era capaz de concretarlas. Y si bien no lo dicen públicamente justamente para evitar planteos, ambos apuntan a pedir el máximo de la pena para quien fue tres veces gobernador de la provincia y una vez senador. Todo su trabajo es para sostener esa acusación.
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