MANUEL ADORNI, EL VOCERO EMPERADOR
Lejos del discurso de achicar el Estado, la estructura del vocero presidencial no para de crecer. El ascenso a la categoría de ministro coronó un proceso de asignación de recursos y de estructura que se inició con la gestión. La caja de la vocería asciende a más de 260 millones de pesos por mes que se van en contratos de todo tipo y color. Antes de ser promovido, ya contaba con más directores a su cargo que áreas sociales sensibles del Gobierno. Perlas del ejército que controla y su posible candidatura.
El ascenso al estatus de ministro del vocero presidencial, Manuel Adorni, fue la coronación esta semana de un proceso de acumulación de recursos y poder al interior de La Libertad Avanza que se fue consolidando con el correr de los meses. Antes de ser promovido como secretario de Comunicación y Prensa, ahora con “rango ministerial” (para lo que hicieron falta dos decretos), el vocero ya contaba con una estructura titánica, de más de 190 contratos bajo su mando, que le insumen al Estado un gasto de por lo menos 260 millones de pesos por mes. Una enorme caja propia con la que varios de los funcionarios del gabinete sólo pueden por ahora soñar y que contrasta con el discurso libertario de recortar la planta de empleados públicos para achicar el gasto. Eso sin contar su propio sueldo, que también creció hasta rondar los 4 millones.
De acuerdo a un pedido de acceso a la información pública presentado por Página/12, Adorni cuenta con una planta de 190 empleados, de los cuales más de 100 fueron designados por él a partir de diciembre pasado, cuando asumió el cargo. Los sueldos que paga el vocero a su staff oscilan al mes de septiembre (de acuerdo a la escala salarial del Sistema Nacional de Empleo Público) entre los 900 mil pesos para las categorías más bajas hasta los 3,5 millones para los directores generales y nacionales, que los tiene y de sobra: son 7 en total. Algunas áreas muy sensibles de la gestión, por ejemplo, como la Subsecretaría de Políticas Sociales --que depende del Ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello--, cuenta apenas con 3, menos de la mitad.
Según informó el propio Gobierno a este diario, Adorni también dispone de una flota de dos choferes, a los que a partir de ahora podrá sumarle custodios, como los que tienen todos los ministros. Incluso tendrá vía libre para seguir agigantando el elefante blanco que controla. Hasta antes de ser promovido, el vocero dependía burocráticamente de la secretaría general de la presidencia de Karina Milei, quien en última instancia ponía la firma de las contrataciones; ahora tiene plena autonomía. La lapicera es únicamente suya, si es que alguna vez no lo fue.
Un dato no menor es que también pasará a controlar la famosa "caja chica" de todo ministerio, fondos disponibles para todo tipo de gasto corriente. "Es lo que corresponde por las responsabilidades que tiene", justificaron en Casa Rosada, aunque también daban a entender que más allá del ascenso "administrativo", Adorni también consiguió uno más bien político. Desde hace meses se especula, además, con su posible candidatura como diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires el año que viene.
Poner la cara y también la voz ante los desaguisados del Presidente (Adorni fue el encargado de mostrar en sus redes las fotos de los diputados pagando con sus tarjetas el asado en Olivos) tiene su precio. Además de pasar a cobrar 4 millones de pesos, el vocero también colocó en el Gobierno a su hermano Francisco (cobra otros 4 millones en el Ministerio de Defensa, como reveló este diario). Una designación full casta, que no lo hace ni sonrojarse.
230 millones en sueldos
En la planilla de empleados, a la que pudo acceder Página/12, hay 190 personas que cobran mes a mes por pertenecer al área de Vocería y Comunicación de Gobierno, sin contar los entes descentralizados. Al menos 101 del total fueron nombrados por el Ejecutivo a partir del 10 de diciembre, el mismo Gobierno que tenía como lema combatir al empleo público. “Ñoquis”, lo calificaban.
De esos 190, 41 tienen el privilegio de ser planta permanente. Entre ellos figuran directores nacionales, directores generales, coordinadores, asesores y jefes de despacho, entre otros cargos. Los sueldos van de 924.359 pesos a más de tres millones cuatrocientos veinticuatro mil seiscientos cuarenta pesos ($3.424.640). Este último salario, que responde a lo que cobran la mayoría de directores, equivale a casi 15 jubilaciones mínimas.
El grueso de los empleados están en planta transitoria y, de acuerdo a los escalafones, reciben entre 698.405 a 1.798.203 pesos. Los últimos son bajo, el contrato 1109/02, es decir, que facturan por locación de servicio. Allí le pasan cuentas al Estado nacional desde 1.025.350 y 2.563.312 pesos. En total, la base de sueldos asciende a por lo menos 265 millones, eso sin contar horas extras ni unidades retributivas adicionales, a las que están suscriptos la mayoría de los empleados, y que suelen engrosar significativamente las remuneraciones finales.
Pero si los montos suenan obscenos, más lo es el organigrama del imperio ahora denominado Secretaría de Vocería y Comunicación de Gobierno. Es que tal como figura allí, el área cuenta con 7 Direcciones Generales Nacionales (Transmisiones Presidenciales, Actividades Presidenciales, Vocería y Comunicación Directa, Comunicación Digital de Presidencia de la Nación, Planificación y Seguimiento, Contenidos Audiovisuales e Imagen Institucional de Gobierno y Publicidad Oficial), sumado a ¡14! direcciones comunes, que van desde Realización Audiovisual, Creativa, hasta Campañas, Supervisión Operativa y Planificación General.
En el mapa del Estado para dibujar el imperio de Adorni se necesitaron dos hojas completas.
Conferencias de prensa
Lo extraño es que con toda esa maquinaria de personas trabajando en la Vocería, las conferencias de prensa -quizás el aspecto visible del trabajo de Adorni- no se caracterizan por lo organizativo. Es que mientras el vocero da el parte que quiere comunicar el Gobierno, insisten con proyectos que quedan a mitad de camino, como por ejemplo, los constantes clips que suben de la cuenta oficial para intentar ridiculizar o sacar de contexto a los cronistas que van a trabajar a Casa Rosada. O bien, ubicar a un exespía de la dictadura que denunciar censura a la hora del sorteo, entre periodistas, para ver quién hace las preguntas del día.
Uno de los últimos intentos, tras el frustrado intento por redefinir las acreditaciones de los periodistas para pasar los molinetes de Balcarce 50, fue ampliar el horizonte de personas que podían acercarse a las conferencias de prensa. Tal cual le informaron a este diario, el propio Gobierno llamó a las universidades -en gran medida, privadas- para que sus alumnos accedan al momento en el que Adorni se sube al atril. Solo aplicaron 29 estudiantes, cuya mayoría ni siquiera estudiaba comunicación y/o periodismo, sino que había elegido relaciones públicas.
Los soldados
Entre los soldados de Adorni hay para todos los gustos. Uno de los que sobresale de ese imperio es el director de Realización Audiovisual de la Presidencia de la Nación, Santiago Oría. El funcionario público dijo, en varias entrevistas, que soñaba con ser el “Pino Solanas” de la ultraderecha y es encargado de retratar a luz y a sombra a Javier Milei, al punto de ser parte de las comitivas oficiales con las que el Presidente viaja por el mundo.
Por suerte para Oría -quien dirigió las dos películas protagonizadas por el mandatario argentino- el Estado nacional le destina más de 3 millones de pesos por mes. En respuesta, el cineasta diagramó “en su tiempo libre” la nueva serie documental que se presentó recientemente en X, que presenta al Presidente como un profeta de la economía, que fue acertando en sus predicciones.
Y pese a insistir, en sus conferencias, que el Gobierno sale a combatir a la “casta”, Adorni supo elegir para fortalecer su imperio a varios que hicieron carrera en el sector público. Tal es el caso del director nacional Ian Vignale, que fue parte del equipo de Mauricio Macri; Camila Bélen González, quien integró la jefatura de Gabinete bonaerense en tiempos de Martín Insaurralde; o el ejemplo de Malena Baro, Coordinadora de Administración y Planificación Logística, exmassista, ex militante de Gerardo Morales y exsenadora bonaerense.
El caso Juan Doe
El caso del Director Nacional de Comunicación Digital podría ser digno de Robert Louis Stevenson. Porque al igual que el Dr Jekyll y Mr. Hyde, quien ocupa ese cargo también sufre de una doble personalidad. Con una salvedad: el mal está en ambos personajes. Es que Juan Pablo Carreira es su nombre real y con el que, mes a mes, cobra del Estado nacional 3.424.640 pesos, según accedió este diario al recibo de sueldo. Pero también es conocido por su nombre virtual, Juan Doe, en el que desde la cuenta homónima -más la numeración 101101- dispara tuits contra dirigentes opositores o cualquier otro blanco que él y su séquito de tuiteros estén dispuestos a doxxear.
Esa capacidad de fuego es la que llevó al clan Milei a designarlo como Director Nacional y actuar en tándem con Adorni: mientras el vocero -con rango de ministro- provoca desde sus conferencias de prensa, Carreira/Doe hace lo mismo desde el mundo virtual.
Este diario ya contó parte de los pergaminos con los que Carreira (o Doe) transitaron antes de ocupar una silla en un despacho de la Rosada al que no se puede ver desde afuera su trabajo ya que taparon con diarios el ventanal de la puerta. El jovencito, que no supera los 30 años de edad, fue uno de los impulsores de “El club de los Viernes”, un reducto multifacético -pasó de encuentros tuiteros a programas de radio y escrituras de libros- en el que ultraderechistas fogoneban sus ideas. Por allí pasaron desde Agustín Laje, hasta algunos funcionarios como Diana Mondino.
Pero, quizás, el dato más importante de su CV es haber pasado por la redacción virtual de La Derecha Diario, el medio empecinado en escribirle el diario de Yrigoyen 2.0 a Milei. Carreira trabajó codo a codo con Fernando Cerimedo, un empresario condenado por la justicia, para la creación y difusión del portal.
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